Egipto acoge en estos momentos, desde el pasado domingo hasta el 18 de noviembre, la 27ª conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima en medio de una triple crisis mundial: alimentaria, energética y económica. Hasta el momento, la falta de compromiso de los líderes mundiales es evidente, y las medidas puestas en práctica están siendo insuficientes para respetar el objetivo de un calentamiento climático global inferior a 2 grados previsto en el Acuerdo de Paris.
Además de la falta de ambición y valentía en la adopción de medidas, el gran tema pendiente es la justicia climática. Los países en vías de desarrollo son precisamente los más vulnerables a la crisis climática y también los que menos emisiones generan. Mientras tanto, superpotencias como Estados Unidos o Canadá, responsables de buena parte de las emisiones, siguen sin aportar los fondos que prometieron para que los países en desarrollo adaptasen sus economías a la crisis climática.
De esta forma, los países menos avanzados (de los continentes africano y asiático principalmente) han multiplicado sus reuniones para organizarse en un frente común. El impacto y las consecuencias del cambio climático ya son palpables y comienzan a afectar a la población mundial: inundaciones, sequías, olas de calor, incendios, tormentas… se suceden a un ritmo alarmante, especialmente en estos países más vulnerables, como consecuencia de las emisiones de los veinte países más avanzados del mundo, que producen el 80% del total.
África es el continente más afectado. Sin embargo, los países subsaharianos producen en total menos del 0,55% de las emisiones globales. Si los países más desarrollados habían prometido 100.000 millones de euros en ayudas para la adaptación al cambio climático de los países mas necesitados, hasta el momento no se han concedido ni 80, y no como ayudas, sino en forma de préstamos.
La población de estos países, más vulnerables, está sufriendo terriblemente las consecuencias del egoísmo de las superpotencias, que son las responsables en gran medida de la emergencia climática que vivimos.
Desde PACMA trabajaremos en esta dirección, la única posible, esperando que el cambio no sea demasiado lento para el planeta y sus habitantes y que las medidas que se adopten en esta cumbre tengan en cuenta la desigualdad sistémica y hagan hincapié en la justicia climática. Los más vulnerables no pueden pagar siempre las consecuencias.
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