Tras la erupción del volcán Cumbre Vieja, una tragedia para los palmeros y palmeras, miles de animales también perdieron sus hogares. De un día para otro, las protectoras de la isla se vieron desbordadas, recibiendo miles de avisos y rescatando a otros tantos animales. Pero ¿dónde reubicarlos? Esos animales necesitan un lugar donde vivir con dignidad hasta poder regresar con sus familias o tener una segunda oportunidad en otro hogar adoptivo. El problema es que, en toda la isla de La Palma, integrada por 14 municipios con más de 83.000 habitantes, no hay ni un solo centro de recogida de animales abandonados.
Por eso hemos enviado un escrito al Área de Medio Ambiente del Cabildo de La Palma para reclamar la creación urgente de al menos dos instalaciones públicas, gestionadas por las protectoras, para acoger a todos esos animales que tan desesperadamente necesitan un lugar donde vivir y a las asociaciones que, desinteresadamente, cuidan de ellos.
Desde la erupción del volcán, a medida que las coladas iban arrasando el paisaje palmero, las protectoras comenzaron a recibir miles de avisos: perros perdidos, colonias felinas aisladas, animales abandonados en el desalojo… Las personas voluntarias de las asociaciones animalistas eran su única esperanza. Este aluvión de peticiones de ayuda también fue acompañado por una marea de solidaridad: donaciones, casas de acogida, manos voluntarias… Desde PACMA organizamos varias recogidas de alimentos para las protectoras palmeras y cientos de personas contribuyeron con su imprescindible granito de arena.
Sin embargo, la necesidad más urgente de las protectoras debe ser cubierta por el Cabildo de La Palma, ya que necesitan contar con instalaciones en las que poder acoger a los animales que rescatan. Por eso hemos enviado un escrito al Cabildo reclamando que habilite cuanto antes dos centros de acogida de animales abandonados, uno en la zona este y otro en la oeste, para poder proporcionar una vida digna a los animales que tanto han sufrido.
Es lo mínimo que pueden hacer por las protectoras, que se dejan su tiempo, esfuerzo y dinero en realizar una labor tan encomiable como rescatar a los más vulnerables con escasísimos medios.
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