Desde PACMA hemos denunciado públicamente las imágenes de un toro ensogado cayendo al suelo después de ser arrastrado y empujado por los participantes en las fiestas patronales de Riópar, Albacete. Esto es un ejemplo lamentable de la crueldad que aún prevalece en los festejos taurinos en España.
Durante este verano, hemos denunciado públicamente numerosos casos de maltrato animal en diferentes festividades taurinas a lo largo y ancho del territorio nacional. Por desgracia, esta situación se repite año tras año, a pesar de los esfuerzos de muchas organizaciones y ciudadanos, y peticiones a los gobiernos locales y al gobierno central, para acabar con los festejos taurinos. Nos llegan vídeos de esta índole por decenas cada semana.
El gobierno ha tenido cuatro años para abordar esta problemática y eliminar el maltrato animal inherente a la tauromaquia y todos los festejos relacionados. Es decepcionante ver que, a pesar de los avances en la conciencia animal y el reconocimiento de la necesidad de proteger a los animales, los toros siguen quedando excluidos de la Ley de Protección Animal que entrará en vigor el 29 de septiembre.
Esta omisión pone de manifiesto la falta de voluntad política para cambiar la situación con los animales y ponerlos como punto prioritario.
Hacemos un llamado al Ayuntamiento de Riópar para que reflexione sobre la necesidad de abolir prácticas que causan sufrimiento a los animales y trabaje en la búsqueda de alternativas.
Además, el próximo 16 de septiembre, celebraremos nuestra manifestación anual Misión Abolición en la explanada de Las Ventas de Madrid, a las 18:00 horas, congregando a protectoras, asociaciones y activistas de diferentes puntos de España por la abolición de la tauromaquia. Animamos a todos los defensores de los animales a que vengan con nosotros.
todos esos hijos de puta que maltratan animales deberían ser encarcelado. España es un país violento, cruel con los animales sobretodo en sus fiestas a través del país.
Aparte de la violencia está: la maldad de usarla contra inocentes, la cobardía de utilizarla contra indefensos, la corrupción asquerosa de promover antivalores desde las instituciones, para mantenerse en el poder con el voto de la chusma; y la pasividad idiota de la sociedad civil (si la hay), que no se moviliza para echar de los cargos públicos a déspotas y caciques que desgobiernan y que no merecen ni el nombre de políticos, sino el de gentuza.