El PACMA incluye dentro de sus objetivos fundamentales el problema ecológico, la preservación y restauración del medio ambiente.
Sin embargo, cuando hablamos de estas cuestiones, siempre parece que estamos refiriéndonos a algo importante, pero alejado de nuestro día a día, incluso de nuestra salud personal. Pensamos en los ecosistemas dañados, en los animales, en las plantas…
Esto es así, pero, a menudo, olvidamos que el ser humano también sufre en primera persona el problema de la degradación ambiental y de toda la contaminación asociada.
Uno de los tipos de contaminación que habitualmente pasa inadvertida es la gran magnitud de la contaminación interna, los tóxicos que vamos acumulando en nuestro cuerpo y que son causantes de un gran número de enfermedades… que podríamos evitar en gran medida.
Todos los días se incorporan a nuestro cuerpo una gran cantidad de químicos, de tóxicos, a través de la alimentación, medicación, productos de cuidado personal o los utensilios que usamos diariamente en casa, entre otros. La agricultura tan intensiva, que agota el suelo y los recursos, y la ganadería industrial, que enferma y estresa a los animales, son unos de los grandes causantes del inaplazable problema de la intoxicación que ya llevamos varias generaciones acumulando. Se sabe que los habitantes de países industrializados ya tenemos en nuestro organismo el plástico equivalente en tamaño a una tarjeta de crédito, entre otros elementos extraños.
Podemos ir modificando los materiales que usamos, por ejemplo, en la cocina. Sustituir los plásticos por acero o silicona de mejor calidad… Pero, ¿qué hacemos con los alimentos llenos de fitosanitarios? Actualmente es casi imposible que, quien quiera, pueda consumir exclusivamente alimentos ecológicos. Ya no porque sean muy caros para la mayoría, sino porque falta suministro.
Green washing político
Ningún partido, por más medioambientalista que se declare, está tratando esta cuestión con seriedad. Nadie parece querer ponerle el cascabel a este gato, porque hay muchos intereses económicos ahí. Se despacha el problema ecológico con eslóganes “verdes”, “sostenibles”, vacíos al final… Green washing por doquier. Agendas que no llevan a nada más que a cumbres ostentosas llenas de palabras grandilocuentes… y representantes de estados que se desplazan hasta las mismas en jets privados, entre otras contradicciones.
¿Vamos a dejar que esto siga así para siempre?
Vivir de espaldas a este problema supone no solo perder salud, sino también perder recursos económicos a medio plazo; cada año se pierden unos 12 millones de hectáreas de tierra fértil en el mundo debido a la desertización y la sequía, causadas en gran medida por la agricultura y ganadería intensivas, con la consiguiente contaminación del medioambiente, pérdida de biodiversidad y cambio climático, que a su vez tienen como consecuencia muertes, enfermedades, incendios…. Las enfermedades campan a sus anchas, en una sociedad en la que tenemos mejores sistemas de saneamiento, de acceso a agua potable, de higiene, mayor acceso a la sanidad, etc. de nuestra historia. Sin embargo, muchas enfermedades y alergias van en aumento.
Alternativas saludables contra la enfermedad
¿Tenemos datos de lo que está pasando y por qué?
Sí.
¿Qué podemos hacer?
Podemos encontrar respuestas en el trabajo del Dr. Miquel Porta Serra, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Barcelona y catedrático adjunto de Epidemiología de la Universidad de Carolina del Norte. En 2018 publicaba la primera edición de su libro divulgativo sobre esta cuestión, Vive más y mejor, que cambió nuestra forma de entender la ecología aplicada a la vida cotidiana. En el mismo, nos cuenta con hechos y datos probados los efectos de las interacciones entre procesos ambientales, genéticos, clínicos y sociales en el desarrollo de enfermedades.
“Los conocimientos científicos disponibles nos dicen o nos sugieren que hay mucha enfermedad, sufrimiento y muerte prematura que podríamos evitar si actuásemos ante la evidencia de que muchos compuestos químicos, aparte de tener efectos positivos, contribuyen a causar esos graves problemas (…) Ya estamos previniendo muchos problemas de salud cuando utilizamos alternativas saludables o menos tóxicas”.
Dr. Miquel Porta, Vive más y mejor.
Copiamos una de las ilustrativas respuestas que podemos encontrar en el libro que ha inspirado este artículo:
“¿El polvo doméstico es una de las principales vías de exposición a los compuestos tóxicos persistentes? No que se sepa. Solo es una vía de exposición, evitable. Los estudios muestran que la principal responsable es la alimentación. Siempre, pensando en la mayoría de la población general.”
Aquí algunos datos de lo que nos rodea, según los estudios de Miquel Porta:
- Disruptores endocrinos: actúan como imitadores de las hormonas naturales del cuerpo, alterando el funcionamiento de nuestra tiroides, ovarios, páncreas o las hormonas sexuales. Estos disruptores pueden ser perjudiciales a muy pequeñas dosis, no es necesario que se acumulen. Como las hormonas naturales, pueden tener efecto en cantidades ínfimas.
- ¿Dónde los encontramos cotidianamente?
- Herbicidas y pesticidas empleados en la agricultura (DDT).
- Plásticos y latas de alimentos, como parte de los revestimientos de resinas epoxi para prevenir la corrosión (Bisfenol A o BPA)
- Tíckets de supermercados y biberones-chupetes antiguos (Bisfenol A o BPA)
- Envoltorios, cosméticos, champús (Ftalatos)
- Tejidos, alfombras, mobiliario y dispositivos electrónicos con retardantes de llama (éteres difenílicos polibromados, PBDE)
- ¿A qué enfermedades contribuyen?
- Problemas reproductivos y del neurodesarrollo: infertilidad, pubertad precoz, ovarios poliquísticos.
- Cáncer de mama, endometrio, ovario, próstata, testículos, tiroides.
- Enfermedades neurológicas: algunas formas de párkinson y alzhéimer.
- Enfermedades inflamatorias o del sistema inmunológico, todavía no bien conocidas.
- ¿Dónde los encontramos cotidianamente?
No todos los tóxicos son disruptores endocrinos, algunos son cancerígenos o productores de otras enfermedades, pero no porque actúen como disruptores, sino por su toxicidad.
Algunos ejemplos de otros contaminantes (no exhaustivo):
- Aluminio:
- ¿Dónde?
- Agua del grifo, aditivos alimentarios, alimentos procesados.
- ¿Efectos sobre la salud?
- Daños en el tejido nervioso y el cerebro: es un potente neurotóxico que aumenta el riesgo de alzhéimer, de esclerosis lateral amiotrófica, de párkinson y algunas demencias.
- Toxicidad sobre el sistema reproductivo.
- ¿Dónde?
- Arsénico:
- ¿Dónde?
- Agua del grifo, pescado, carne, tabaco y arroz (algunos países).
- ¿Efectos sobre la salud?
- Puede atravesar la placenta: mayor riesgo de aborto y parto prematuro en embarazadas.
- Carcinógeno, especialmente, cáncer de pulmón.
- Otro disruptor endocrino.
- Problemas respiratorios, intestinales y vasculares. En una intoxicación crónica provoca desde lesiones cutáneas hasta cáncer y afecciones neurales.
- ¿Dónde?
- Cadmio:
- ¿Dónde?
- Alimentos (arroz, ostras, mejillones, crustáceos), agua, aire, tabaco.
- ¿Efectos sobre la salud?
- Disfunción renal (por su acumulación en los riñones)
- Se acumula principalmente en hígado y riñones permaneciendo de 15 a 25 años.
- Provoca daños pulmonares, así como alteraciones del metabolismo del calcio.
- Perjudica el desarrollo del feto, disminuye su desarrollo cognitivo, bajo peso al nacer, retraso en el crecimiento, hipertensión en embarazadas.
- Carcinógeno.
- Otro disruptor endocrino.
- ¿Dónde?
- Cromo VI:
- ¿Dónde?
- De origen antropogénico generado por procesos industriales.
- Compuestos manufacturados, como pinturas, productos de conservación de la madera, textil.
- ¿Efectos sobre la salud?
- Se absorbe rápidamente muy irritante y corrosivo.
- Daños en la piel y tracto respiratorio.
- Alteraciones del ADN, de hígado, riñón y huesos.
- Agente cancerígeno,
- ¿Dónde?
- Dioxinas y furanos:
- ¿Dónde?
- Piensos, animales de consumo humano (sobre todo en sus partes grasas).
- ¿Efectos sobre la salud?
- Baja calidad del esperma y otros problemas de fertilidad.
- Trastornos del desarrollo.
- Alteraciones de hígado y riñón.
- Depresión del sistema inmunitario.
- Carcinógeno.
- ¿Dónde?
- Plomo:
- ¿Dónde?
- Materiales de construcción, pinturas, plásticos para hacer juguetes, gasolinas previas a su prohibición.
- ¿Efectos sobre la salud?
- Se acumula en huesos y dientes provocando daños en el tejido óseo, hígado, riñones.
- Problemas de aprendizaje y violencia.
- Baja calidad del esperma
- Abortos, aumento de la presión sanguínea
- Potente neurotóxico, incluso a niveles muy bajos de exposición.
- Daños cardiovasculares, renales, gastrointestinales.
- Anemia, interferencias en el metabolismo de la vitamina B.
- ¿Dónde?
- Plaguicidas organoclorados (aldrin, dieldrin, lindano y otros):
- ¿Dónde?
- Alimentos producidos en agricultura intensiva.
- ¿Efectos sobre la salud?
- Cancerígeno.
- Degeneración del hígado y riñón, problemas cardiovasculares.
- Disruptores endocrinos.
- ¿Dónde?
- Bisfenol A (BPA) y Bisfenol S
- ¿Qué son?
- Es un estrógeno ambiental, que puede alterar las hormonas.
- ¿Dónde?
- Plásticos duros de policarbonato, juguetes de plástico, pinturas, algunos tipos de latas de alimentos (incluidas las de refrescos), selladores dentales, biberones (hasta su prohibición en 2010).
- ¿Efectos sobre la salud?
- Afecta al sistema inmunitario y respiratorio, cáncer de mama.
- Infertilidad, obesidad, pubertad precoz, problemas cardiovasculares.
- La exposición al mismo durante el embarazo se relaciona con la hiperactividad y otros trastornos de la conducta en la infancia.
- ¿Qué son?
- Sustacias Perfluoroalquiladas y Polifluoroalquiladas (PFAS)
- ¿Qué son?
- Son los químicos sintéticos más persistentes que se conocen. Se usan para hacer resistentes a muchos productos al calor, manchas, grasas o agua.
- ¿Dónde?
- En el agua, en todo tipo de artículos: envoltorios, tickets, sofás anti manchas, utensilios de cocina, envases, cosmética (Nueva Zelanda prohibirá su uso a partir de 2026). Productos agrícolas, pescado y marisco.
- ¿Efectos sobre la salud?
- Afecta al sistema inmunitario, función tiroidea.
- Colesterol, fertilidad, la preeclampsia en el embarazo, algunos tipos de cáncer e hipertensión, dañan el hígado
- ¿Qué son?
Tradicionalmente se habla de estos compuestos en términos de tolerancia por el organismo: ¿cuántas ppm (partes por millón, es decir, concentración) podemos consumir de, por ejemplo, mercurio, sin que sea perjudicial? Sin embargo, se ha ignorado el efecto acumulativo o bioacumulación, que en toxicología es el proceso de acumulación de sustancias químicas en organismos vivos. Parece casi obvio que no comemos solo tomates durante el día, o lechugas, o huevos… añádele lo que quieras. No podemos dejar de comer.
“Hoy sabemos que numerosos contaminantes pueden ser dañinos tanto a concentraciones altas como a concentraciones o dosis bajas (…) Las mezclas de contaminantes y sus efectos son muy diferentes en los estudios toxicológicos que se realizan a corto plazo (…) y las que ocurren a largo plazo”
Dr. Miquel Porta, Vive más y mejor.
Podemos ser parte de la solución
Pero ni el investigador en cuyos trabajos nos estamos basando ni nosotros queremos caer en el derrotismo. Miquel Porta nos anima a ser parte de la solución. A colaborar en la divulgación de esta problemática, a la toma de mayor conciencia y a que tomemos el poder que, como consumidores, tenemos.
Vemos que hay conocimiento científico de sobra para evitar o mejorar muchos de los problemas de salud habituales, pero falta divulgación y acción responsable.
Por muchas razones, también por grandes intereses empresariales y políticos, la información no acaba de llegar de una forma aplicable a los ciudadanos y eso hace que muchos conocimientos se queden en papel mojado.
¿Hay esperanza en que las cosas puedan cambiar? ¿No son demasiados los intereses en contra?
Así es, pero vamos a compartir ahora dos ejemplos de éxito que prueban que, con trabajo y responsabilidad, esto puede mejorar:
Seguramente recordarás cómo el asbesto o amianto hasta hace unos años se empleaba con total libertad en la construcción. Estábamos rodeados de él. Lo difícil de digerir es que hacía décadas que los expertos sabían que era pernicioso para la salud. Pero era un material muy rentable, con alta resistencia al calor, a la corrosión. Ligero y con gran capacidad aislante. Era un chollo… Excepto porque era claramente carcinógeno.
Aun así, se tardaron décadas en informar a la opinión pública, y más años aún en sustituirlo por otros materiales. Pero finalmente se hizo.
Quizás también recuerdes el caso del bisfenol A (BPA) y los biberones. El BPA es un componente de muchos plásticos. Puedes ver algunos de los problemas de salud que genera más arriba. Numerosos estudios han demostrado que se detecta en el 93% – 98% de las personas, a pesar de que se excreta; una tasa de detección tan alta en un compuesto no persistente indica que la exposición es cotidiana.
Durante mucho tiempo nadie hizo caso, hasta que unos padres alarmados comenzaron a dejar de comprar biberones que contuvieran este compuesto.
¿Y qué pasó? ¿Se hundió la industria de los biberones?
Por supuesto que no.
Desde PACMA no queremos la ruina de ningún sector económico. Todos los trabajos son necesarios y contribuyen a la sociedad. Pero la industria puede evolucionar positivamente según van conociéndose nuevas evidencias científicas.
Y así sucedió con el sector de los biberones. En cuanto una empresa se dio cuenta de que la sensibilidad del consumidor estaba cambiando, de que las personas estaban tomando conciencia de que estaban intoxicando a sus bebés al darles de comer, dejaron de comprar sus biberones… y en cuanto esta empresa supo verlo (no hay nada de malo en los intereses comerciales, si sirven con ética a su fin), acabó fabricando biberones con materiales alternativos, sin este tóxico.
¿Qué paso? Que el resto del sector se dio cuenta de que no podía quedar atrás, y también cambió su forma de producir.
Este es solo un ejemplo de que la forma de producir puede cambiar, pero que no lo hace hasta que el consumidor se para en seco y dice: “ya no más, me niego a seguir envenenándome poco a poco”.
La fuerza del consumidor
En los casos de éxito anteriores, las empresas no movieron un dedo hasta que los consumidores se plantaron. Aquí está nuestro gran poder. Si nadie compra, nada se fabrica. Pero no podemos arreglar algo que la mayoría de personas desconoce o quiere ignorar, como el avestruz que esconde la cabeza.
Esto que ha pasado con estos casos, está ocurriendo actualmente con bastantes productos que nos rodean. En muchas ocasiones ni nos paramos a pensarlo. En otras, sí lo sabemos, pero pensamos que no podemos hacer nada al respecto. “Como individuos no está en nuestra mano cambiar esto”, pensamos.
Nuestra última frase puede parecer cierta, pero no lo es. Vemos que sí hay mucho que está en nuestra mano. Somos solo nosotros, como consumidores, los que podemos cambiar las cosas. En cuanto las empresas ven que hay un movimiento importante de personas que apuesta por consumir de una determinada manera, se actualizan y empiezan a ofrecer productos que satisfacen esa demanda.
Si sigues a un partido animalista, estás preocupado por la cuestión ecológica, o medioambiental, seguro que serás muy consciente de la necesidad de reducir la contaminación ambiental, reducir el consumo de plásticos, o de la alimentación responsable… Pero, ¿también lo eras acerca de este problema con nuestra contaminación interna?
Toda esta gran cantidad de productos químicos (que no son imprescindibles) se van acumulando en nuestro cuerpo debido, esencialmente, a la alimentación, los cosméticos y productos de limpieza que empleamos habitualmente. La idea esencial es que se habla sobre los residuos que se permiten en todos estos productos (generalmente en ppm) de forma aislada, pero no se tiene en cuenta lo que generan todos en una persona de forma aditiva. Es decir, si se suma lo que absorbe cada día con todos los alimentos que come, cosméticos que utiliza, etc.
Llegados a este punto, sabemos que algunas personas dirán: “prefiero no saberlo”, o “para qué cambiar si sustituirán este tóxico por otro producto que también lo será”.
Entiendo que esto fuera así si no hubiera soluciones. Pero es que sí las hay.
Hay otra manera de vivir, de producir alimentos, cosméticos, tejidos, artículos para el hogar, de construir nuestras viviendas.
“No es científico, ni racional ni bueno (moralmente) que neguemos estas realidades históricas, generacionales, actuales. Si lo negamos, faltamos a la verdad y ponemos en peligro la búsqueda de soluciones, que las hay”
Dr. Miquel Porta, Vive más y mejor.
Calidad de vida
No hay nada que impida más resolver un problema que negar su existencia. Nuestra calidad de vida no está reñida con un mundo más sostenible y menos contaminado.
Es al revés.
Un mundo menos contaminado (y ese mundo incluye nuestro cuerpo) implica más calidad de vida, para las generaciones futuras, pero también para nosotros.
Siempre que se habla sobre medio ambiente se hace referencia a las generaciones futuras. Esto está muy bien. Pero no hace falta que nos vayamos tan lejos. Es posible mejorar nuestra vida desde ya. Podemos vivir mejor ahora.
Hace unos días, un escritor de ficción y mentor de otros autores al que sigo, publicaba un artículo en el que ilustraba la idea de que “hecho es mejor que perfecto” con la alimentación. Este autor explicaba que la “alimentación ideal” existe, pero es irrealizable porque nadie se la podría permitir. Sería demasiado cara y tan costosa en tiempo que resultaría irrealizable.
Me quedé impactada por esta asunción: es imposible comer bien de verdad, no nos lo podemos permitir. ¿Cómo nos podemos conformar con eso? Quienes trabajan en la agronomía y en la industria alimentaria saben que hay conocimientos técnicos y científicos (y recursos) suficientes para que todo el mundo comiera perfectamente. Existen respuestas, como la agricultura y ganadería regenerativas; puedes ver casos de éxito por todo el mundo en el documental “Kiss the ground” para darte cuenta de que, aunque somos muchos millones de personas los que habitamos la Tierra, que parecen hacer inevitable la existencia de la ganadería y agricultura intensivas, cuidar nuestro medioambiente y comer sin tóxicos sí es posible. Así que no nos conformamos y, por eso, queremos poner en el centro este problema, para empezar a aportar y adoptar soluciones ya.
¿Cómo queremos vivir?
No estamos en contra de la industria alimentaria, somos conscientes de que, gracias a ella y sus procesos tan optimizados, hemos conseguido liberarnos de gran parte de las intoxicaciones alimentarias que en generaciones pasadas generaban mucha mortalidad, también infantil. También valoramos el poder comprar cada día todos los alimentos que necesitamos, lo que sería imposible sin un buen funcionamiento de este sector de la industria alimentaria y por supuesto, del sector primario, de la agricultura, ganadería y pesca. Sin embargo, necesitamos promover más agricultura, ganadería y pesca ecológicas, como hemos visto, no solo para cuidar de los ecosistemas, sino, también, de nuestra salud.
Si la conciencia del consumidor aumentara, tal y como pasó con el Bisfenol A, la demanda de estos productos aumentaría, y, con ello, también la oferta, lo que ayudaría a que se moderaran los precios de estos productos y que la cuestión económica dejara de ser un impedimento para que más personas puedan comer alimentos más beneficiosos para su salud.
Cualquiera que conozca el campo, sabe que este tipo de agricultura, ganadería y pesca es más cara. Mantener los campos sin plagas ni enfermedades sin emplear químicos tan tóxicos supone un gran desafío, la agricultura ecológica requiere de mucho tiempo e inversión, los plazos se alargan, la productividad se reduce… Por tanto, es necesario que desde las instituciones se incentive más a los productores de este tipo de agricultura, ganadería y pesca sobre todo en sus primeros años, hasta que alcancen a hacer sus explotaciones viables.
Desde PACMA queremos poner este objetivo en el centro de nuestras propuestas. Mejorar nuestros ecosistemas, mejorar nuestra salud, presente y futura.
La ciencia, la técnica, ya lo sabe, y nosotros… ¿queremos saberlo?
¿Queremos hacer algo para cambiar las cosas? ¿O preferimos seguir en una especie de indefensión aprendida con el mantra “de algo hay que morir”?
¿Y vivir? ¿Cómo queremos vivir?
¿Y cómo queremos que las personas a las que cuidamos vivan?
Hagamos que se ponga de verdad este asunto sobre la mesa de la agenda política. Apostemos por la salud de todos los seres vivos… incluida la nuestra.
Es urgente atender de verdad estos temas. Tanto sufrimiento evitable, animal y humano… Gracias PACMA.
Ojalá podáis por fin tener representación y tratar estas cuestiones de una vez
Excelente artículo. Muy aleccionador y meticuloso. Si no tomamos conciencia del riesgo enorme que supone ignorar la importancia de una alimentación sana y una vida saludable, mal nos irá como individuos y como sociedad. Muchas gracias por el artículo.