El tema de la clonación artificial no es nada novedoso para la ciencia, comenzó haciéndose en 1967 utilizando ranas. Además en la naturaleza la clonación se da de manera natural en bacterias, algas, algunos invertebrados y en los gemelos monocigóticos.

Sabiendo de qué manera se puede clonar, nos podemos preguntar: ¿para qué es necesario clonar? De hecho, la reproducción de tipo sexual ha sido exitosa a lo largo de la evolución porque se comparten genes y los hijos ganan en “variabilidad genética". Es decir, es mejor leer sobre un tema basándonos en dos fuentes distintas que en dos iguales porque esto nos hará adquirir una mayor información. Esto es en esencia la mejora de la reproducción sexuada: el tener genes distintos con información diferente preparada para ser utilizada cuando sea necesario.

Los autores especializados dicen que el objetivo sería clonar mamíferos en peligro de extinción solamente. En esta ocasión se ha clonado ganado vacuno para practicar esta técnica, algo que se hace en animales domésticos porque es mas cómodo y legal. En el proceso se ha utilizado como madre una vaca lechera por su gran tamaño y porque ocasiona menos problemas en el parto. Sin embargo, más allá de los detalles, el hecho de que se haya clonado un toro para lidia tiene la misma trascendencia científica que si hubiera sido un toro para carne o para leche. Aunque, analizada su repercusión en los medios de comunicación parece ser más “mediático". Se debe hacer hincapié en que el toro de lidia es un animal domesticado – esclavizado hace 10.000 años y de la misma especie que los toros de leche y de carne, seleccionado al gusto y al antojo del ser humano.

No obstante, la clonación en especies en peligro de extinción no significaría su salvación, ya que como se cita anteriormente si peligra una especie es porque quedan pocos individuos y como consecuencia, existe poca variabilidad genética que es justamente el problema y el quid de la cuestión que con la clonación no se resuelve.

De esta noticia se concluye que nuestros recursos económicos y la inversión en la formación de científicos se despilfarran en practicas y experimentos inútiles. Mientras, muchos de estos científicos apoyan actividades crueles como la tauromaquia. Deberíamos pararnos y reflexionar sobre todo lo que se ha sustraído al planeta y a sus animales y utilizar el conocimiento científico que poseemos en devolvérselo, pero para eso es necesario tener la voluntad de hacerlo.