Circos que anuncian alegremente que por primera vez tendrán pingüinos en la pista; licencias para construir acuarios donde los visitantes podrán toquetear a los animales; matanzas de jabalíes como método de control; amenazas de aniquilación de miles de peces en el lago de la Casa de Campo; animales lanzados por los aires para ser tiroteados en el cruel tiro al pichón… Son sólo algunas de las barbaridades con las que conviven los madrileños desde el verano. Desde luego, no es lugar para los animales.

Dice el artículo 5 de la Ley 17/1997, de 4 de julio, de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de la Comunidad de Madrid, que estarán prohibidos aquellos espectáculos “que impliquen crueldad o mal trato para los animales, puedan ocasionarles sufrimientos o hacerles objeto de tratamientos antinaturales”.

El texto legal deja claro, rápidamente, que eso no se aplica a “la fiesta de los toros, así como los encierros y demás espectáculos taurinos”, no vaya a ser que alguien piense que lo de clavar arpones, lanzas y espadas a un toro puede ser alguna forma de maltrato.
Viendo, de todos modos, cómo se trata a los demás animales en esta comunidad autónoma, podrían haber explicitado también que eso de la crueldad, el maltrato y el sufrimiento son simples palabras que se lleva el viento.

Un acuario gigante

En enero de 2017 Parques Reunidos pidió al Ayuntamiento de Arroyomolinos una licencia para levantar un enorme acuario en el centro comercial Xanadú. La licencia se concedió y ya está en marcha la construcción de este lugar inhóspito que contará con tiburones, tortugas marinas, miles de peces, pingüinos, e incluso con una zona donde los visitantes podrán tocar a los animales invertebrados.
Hay muchos estudios que demuestran que los peces son igual de inteligentes que los mamíferos, que conforman sociedades y, por supuesto, que tienen capacidad de sufrir. Su principal problema es que no tienen cuerdas vocales ni rasgos faciales para mostrar su dolor, pero estar encerrados en un acuario, por grande que sea, les provocará sufrimiento tanto físico como psicológico, y más si hordas de personas les están manoseando. Difícilmente encaja eso con la normativa de la Comunidad, en lo que se refiere a “tratamientos antinaturales”.
Por eso, este mes de diciembre PACMA se une a las protestas que se celebran de manera periódica en las puertas del centro comercial, con la intención de informar a los futuros visitantes de lo que supondrá para los animales estar encerrados en ese acuario.

Circos con animales

En enero de 2017, el Pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó una propuesta presentada de manera conjunta por el gobierno de Manuela Carmena y por el PSOE para elaborar una nueva ordenanza municipal para vetar los circos con animales, tanto en terrenos públicos como privados.
Con eso Madrid iba a seguir los pasos de unas cuantas decenas de municipios de la Comunidad que ya se habían declarado libres de circos con animales, lugares donde claramente son “objeto de tratamientos antinaturales”. ¿O alguien piensa que los osos tocan la trompeta, los pingüinos desfilan por la arena haciendo el payaso o los leones saltan por aros de fuego en la naturaleza?
En febrero, Carmena tuvo un encuentro con la Asociación de Circos Reunidos y lo que le dijeron debió ser demasiado convincente porque de la ordenanza municipal nunca más se supo y este mismo mes de noviembre, el Circo Quirós, tras pasarse por Las Rozas, volverá a instalarse en Carabanchel hasta el mes de febrero de 2018.
El Quirós anuncia en su cartel la presencia de pingüinos, elefantes gigantes y leones marinos, que como se puede ver son todos animales muy del entorno madrileño. Todo muy natural. Y seguro que los dueños del circo dirán que los animales aprenden sus números sin ningún tipo de crueldad ni maltrato, sólo para divertir a los humanos.

Los peces de la Casa de Campo

En octubre supimos que el ayuntamiento de Madrid va a rehabilitar el lago de la Casa de Campo. Las autoridades de ese parque afirmaron que se iban a sacar toneladas de peces (así se habla de estos animales, no de individuos) mientras se llevaban a cabo las tareas de limpieza y que luego se les iba a reintroducir.
Pocos días después, sin embargo, el ayuntamiento publicó una nota de prensa en la que informaba de que se iban a sacrificar a todos aquellos peces que no fuesen autóctonos. Aun creyendo que alguien se vaya a tomar la molestia de mirar todos y cada uno de los peces para ver si son madrileños o no, es incomprensible que animales como las carpas, que llevan viviendo en el sur de Europa, al menos desde el tiempo de los romanos, se sigan considerando especies invasoras.
Por otro lado, no creemos que las carpas hayan llegado al lago por voluntad propia ni que el hecho de ser foráneo te anule tu capacidad de sufrimiento, así que no entendemos tampoco esta política de aniquilación anunciada desde el ayuntamiento.

Tiro al pichón

Otro de los espantos que vivimos cada otoño los madrileños es el tiro al pichón. En resumen, esta aberración consiste en introducir un ave (palomas, codornices…) dentro de un cañón de aire comprimido y lanzarle por los aires. Una vez allí, y antes de que pueda saber dónde está y de que pueda abrir sus alas para volar, alguien la disparará y la reventará.
En la anterior ley 1/1990 de Protección Animal, en su artículo 4.3 se prohibía esta práctica, aunque con excepciones. La ley fue derogada, y en la actual se “les pasó” incluir esta práctica terrible con la que se calcula que mueren cientos de miles de aves en toda España.
Desde PACMA seguimos trabajando para denunciar estos, y otros muchos más, actos de evidente maltrato animal, con el objetivo de que se detengan y de ese modo poder construir una sociedad más justa, menos cruel y con mucha más empatía.